Una oportunidad perdida

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LA GRANOTERA.-Caicedo, Koné y Martins fueron ‘nueves’ de Manolo Salvador (entonces director deportivo del Levante), allá cuando el equipo luchaba por la permanencia, objetivo que no ha variado aunque la exigencia del entorno sí haya cambiado. Cuando Paco López llegó dije que, por quién es y cómo ve el fútbol, por ser granota de cuna y porque es una persona cercana y preparada, él podía ser el técnico del adn granota, el que impregnara un estilo, una manera de jugar y, también, una manera de comportarse de los jugadores desde que entran en la Escuela hasta que llegan al primer equipo. Un día, Manolo, entonces director deportivo y con mando en plaza en el club, me dijo que el Levante tenía que cambiar de estilo, buscar otro fútbol para que su futuro no dependiera de la suerte de un sólo jugador, de un nueve que marque 13 goles una temporada, que esa era una apuesta arriesgada. Y así fue, el riesgo se llevó al equipo a segunda (por otra parte y por desgracia, estado natural del ciclo de vida de un club profesional en España integrado en la clase media).

El rápido ascenso y la llegada de Paco cambió el paradigma. Paco López es un entrenador de escuela (la escuela de entrenadores valencianos), metódico, estudioso y, mientras mantuvo la frescura, su estilo fue agresivo, tomaba decisiones con acierto y celeridad. Cuando con la pandemia llegaron los cinco cambios, fue el mejor entrenador en adaptarse, por aquello de ver bien los partidos. Pero el día a día de un vestuario que ha cambiado poco en los últimos tiempos hace que la lógica del desgaste (en las relaciones entre los profesionales, las dinámicas, todo…) se intoxique. Y, como siempre, sin cambios en la plantilla y en el banquillo, el ambiente (por lógica, no sólo en un equipo de fútbol, sino en cualquier colectivo profesional) se deteriora. Sin ser la causa directa, cuando las cosas van bien, todos estos choques se aparcan. Cuando aparecen las dificultades (malos resultados) todo eso que estaba latente, flota. Nada que nos deba sorprender (a mi, al menos, no), y hay que gestionar. Y a Paco, que otras tantas veces, le salió bien, ésta le ha salido mal.

Final en verano…

El final de la temporada pasada fue un síntoma, del que nadie quiso tomar nota. O, mejor dicho, todos sabían lo que había que hacer y nadie quiso afrontar. Sobre todo, Quico Catalán, el presidente. Cuando Manolo mandaba en plaza, Quico sólo regateaba las condiciones y firmaba. El paraguas de Manolo y los buenos resultados, fueron un remanso de paz. Llegó el descenso y apareció Tito, un técnico de perfil más mediático, cercano y con la etiqueta de Director Deportivo, que tomó decisiones, unas acertadas y otras no tanto. Lo que pasa es que en los aciertos hay puñetazos por su paternidad, y los errores son huérfanos. Con el adiós de Tito (bueno, y antes, porque por ejemplo Quico ya negoció de forma directa el fichaje de Il Pazzo), el presidente puso fin al modelo del éxito: renunció a tener un director deportivo fuerte para tener el control del departamento. Pasó de ser el supervisor que asume las decisiones de sus profesionales, al creador y ejecutor de las mismas, como en su momento ya os conté aquí.

Y eso en el Levante está pasando y pasará porque así lo ha decidido el presidente. Dejémonos de señalar al departamento deportivo, que llegaron más como asesores y escudos, que como profesionales con capacidad última de decisión (no quiere decir que no la puedan tener, sino que no se la dan) . El mercado estival post Tito lo organizó el presidente, mano a mano con Paco López -no había nadie más-, y no presentó al nuevo equipo deportivo hasta bien entrado el verano. Es ese el verdadero día a día del club. Lo que se hace (o no), no depende de quien propone (o le cuentan), sino de la valoración (y no sólo económica) del único que toma cualquier decisión. Es el modelo Florentino o, si lo queréis, el modelo Villarroel, el mismo que decía que él era el mejor secretario técnico y que si él entrenara el equipo hubiera estado muchos años antes en primera.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar.

Quico, con la marcha de Paco y el susto en el cuerpo, tiene y debe volver ahora a la idea original: confiar en un departamento deportivo potente y que trabaje a tope por conseguir los mejores futbolistas de acuerdo a una idea o estrategia global. Necesita un director de fútbol del club, necesita recuperar el adn para que todo el mundo sepa qué hay a que hacer y cómo formar. Y esto entronca con mi defensa y apuesta absoluta de una política de cantera integral que permita la supervivencia de un club, ahora lastrado por contratos largos que tuvieron origen en un momento en que la inflación llevó a cometer locuras. Las renoventas, las apuestas por contratos caros a jugadores que llegan libres (último, el caso Soldado), todo eso están en la base del adiós de Paco, al que no libero de su responsabilidad, por supuesto, futbolísticamente hablando.

La última rueda de prensa del Levante, la de la presentación de Shkodran Mustafi, fue un claro ejemplo de qué es ahora mismo el club. Durante el acto, habló sólo el presidente, y Manolo y David asistieron a su lado pero en silencio. Cuando Quico inició su rueda de prensa (y a pesar de que se iba a hablar de cuestiones deportivas y de mercado), Manolo y David bajaron del pupitre y se sentaron en el patio de sillas de la sala de prensa. El club escenificó su estructura de gestión deportiva. Y eso ha pasado. El presidente, por ejemplo, era reacio de inicio a la llegada de Roberto Soldado una operación cara y arriesgada, no por falta de calidad del jugador, sino porque el valenciano está ya en el final de su carrera y se desconoce su rendimiento. Y llegó cuando dio el visto bueno (económico y deportivo).

Presidente y entrenador eran consciente que el ciclo empezaba a agotarse. Las dificultades del mercado, los problemas que se generan en cualquier vestuario tras cuatro temporadas y con la misma columna vertebral de la plantilla, el final de temporada sin triunfos y un equipo que se dejó ir y al que Paco no pudo hacer reaccionar, todo eso motivó este estado de final de ciclo. Paco buscó salir en verano, pero a Quico le cuesta mucho tomar esas decisiones. Mantuvo (y lo hizo hasta hace dos semanas), que su continuidad está «absolutamente» asegurada. El miedo del presidente era que Paco se fuera libre y pudiera triunfar en cualquier otro sitio. El mismo miedo que motivó el giro de última hora con Pepelu, cuando apareció el interés del Getafe, y por eso se quedó. Allí tuvo que acabar la obra de Paco, de forma cariñosa, sentida y con un gran acto de despedida. Ahora, sólo tres meses después, el final del bueno de Paco es triste y, una vez más, la puesta en escena de ese adiós, una falta absoluta de elegancia y respeto hacia uno de noi como es Paco L´ópez. Un frío comunicado para un abonado del club que, con sus defectos y virtudes, nos ha dejado en la retina tanto de lo que disfrutar, que duele sólo leerlo para darse cuenta que el Levante ha estado torpe y con poca sensibilidad en su adiós

La controversia por el modelo…

Porque lo quieran o no, los que han defendido que con el equipo que hay se podían haber conseguido mejores resultados, han creado ese caldo de cultivo de oposición a la figura de Paco en el Levante. La racha negativa es incuestionable, y el equipo se ha muerto por donde creció, la falta de gol. Los clubes y los equipos tienen su idiosincrasia. El juego de posesión -mal llamado tiqui-taca- no deja indiferente. O eres admirador o lo odias. Cualquier otra forma de jugar está sujeta a más tolerancia. Y una parte de la afición del Levante no quiere oír hablar de ello, lo que en su momento hablé del miedo granota, escenificado en un no te compliques frente a la teoría de salir con el balón jugado.

Hay que saber qué tipo de jugadores tienes para hacerlo, pero las plantillas de Paco han tenido esa característica y esa habilidad. Con fallos? Evidentemente. Pero, en general, ha dado mucho más alegrías que sustos. Lo que pasa es que los errores hacen más ruido que los aciertos. Y cuando la pelota ha dejado de entrar, el argumento de debilidad ha tomado más cuerpo y más peso. Por eso, casi todos los críticos (no sólo periodistas, sino entrenadores, jugadores, etc.) que han opinado desde fuera del Levante de Paco han hablado de injusticia en la destitución del de Silla. Con más aciertos que errores, Paco ha cumplido con nota su cometido. El exceso de expectativas de una parte de la afición (que tiene todo el derecho a tenerlas, ojo) ha sido el run run que el de Silla siempre ha tenido en su oído. Yo creo que, con el tiempo, recordaremos con nostalgia y reconocimiento la gran obra de Paco en su Levante. Para mi, su destitución es una gran oportunidad perdida para construir algo duradero y no sujeto al día a día de los resultados.

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Mira que si juguem la final…!!!

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Recuerdo, de pequeño, ir de Massamagrell a Valencia en el trenet (en el viejo camarote verde o el azul, más moderno), pasar per l‘Horta d’ Alboraia camino del Conservatorio de Música. Sí, la música, como ese A tu lado que toma emoción en cada calentamiento granota en cada partido de la Bombonera d’Orriols. Ese A tu lado canturreado desde la grada por la gent granota, que será la ausencia más dolorosa en este día tan señalado para el levantiminismo. Ieee tu, que podem jugar una final!, es pesiguen la cara molts granotes encara.

En el trayecto, me conocía todos los campos de fútbol, de Meliana, de Foios, de Albalat. Niños en las escuelas jugando al fútbol, y yo ahí, encerrado en ese trenet, algo que en aquél momento ni me iba ni me venía: la música, con mi pésimo oído para sacar nada que no fuera mínimamente reconocible. Evidentemente, la música (la banda) me dio muchas cosas, pero me impidió, como niño y de niño, cumplir con una parte de mi sueño: ir a entrenar, jugar a fútbol aunque fuera mal. Era, más que mi sueño, mi obsesión.

Los campos de tierra del viejo cauce del Turia eran otra razón para embobarme en ese insípido trayecto. Así, dos tardes a la semana. Y así descubrí el Nou Estadi, aislado de la civilización, con tierra fértil a su alrededor. Cada viaje esperaba llegar al viejo apeadero de Palmaret, para poder ver aquel campo, el que más me impresionó desde las ventanas de ese tren que me llevaba adonde no quería ir o, más bien, adonde no me apetecía ir. Quería jugar, quería jugar a fútbol con mis amigos. Pero me tenía que conformar con ver, dos veces por semana, aquella mole inmensa en medio de la nada.

Vista àrea de l’antic Nou Estadi envoltat de camps. Foto Museu del Levant UE

¿Y quién juega ahí, me preguntaba? Hasta que averigüé que era el Levante, el otro equipo de la ciudad, que vestía en azul y grana, los mismos colores que, con la camiseta del 6 de Johan Neeskens (la única que tuve de pequeño y que me ha acompañado en mi memoria toda mi vida) me llevaron a esta increible sinrazón que es el fútbol, y del que, aunque ya no es lo mismo, sigo enganchado. Ese Nou Estadi (que, por cierto, se inauguró días después de que yo naciera, el mismo mes (septiembre) y el mismo año (1969) fue mi primera experiencia en granota.

No soy de grandes alardes emocionales en lo futbolístico. Más bien al contrario, comedido. Tengo pocas fotos con camisetas, pero me encanta aquella afición que hace de ponerse los colores de su club una religión. El Levante me atrapó desde aquel trenet, y desde la familiaridad y sencillez que se desprende nada más acercarte a él, en mi caso por trabajo. Al Levante se le aprende a querer rápido. Es, como un flechazo. Primero porque todo es fácil y familiar, y segundo porque ese vértigo de vivir siempre al borde del precipicio y de la mano de la adversidad, conmueve. Al principio es como un sentimiento solidario. Después, simplemente, te atrapa. El granotismo es casi como una consecuencia natural de acercarse al club. Quien lo hace, lo estima, vengas de donde vengas. De Caszely a Domínguez, pasando por nuestro Comandante José Luis Morales, Koné, Juanlu, Jefferson Lerma o Keylor Navas. Todos viven esto con intensidad.

Hoy, en esa semifinal vaciada del Templo como acostumbra a decir el bueno de Carlos Ayats, me pondría la camiseta del Levante y me iría al campo, a disfrutar, a saltar, a cantar, pero sobre toto a animar. Al levantinismo le hacía falta una cosa así, algo no sólo por lo que ilusionarse, sino por fardar como diría mi gran amigo Emilio Nadal. Por pasear con orgullo su sentimiento a los colores (blau i grana, pero también blanc i negre) por la ciudad, por dejar de sentir envidia sana por otros modestos que ya lo vivieron. La semifinal con el Athlètic ha unido a todas las generaciones de granotas, los críticos, los jóvenes (que han vivido la etapa de éxitos) y los más mayores, todavía magullados por el yunque de la adversidad, aquello que el más grande de los contadores de historias levantinistas, Paco Gandía, definió como parte del adngranota, el mismo que se inventó aquello de Catxeli, per a referir-se a Carlos Cazely, el chileno, mucho más ortodoxo de pronunciar desde l’apitxat. Hoy, Paco estaría orgulloso de su Levante, de un estadio convertido en la casa de los sueños, de una ciudad en la que ser granota ha dejado de ser una anécdota, aunque sea el sentimiento menos mayoritario.

Esta Granotera ha hablado en este tiempo, fundamentalmente, de fútbol. Y se cansó del fútbol y de sus debates tan estériles como necesarios: el fútbol es motivo de tertulia, de pique, de bronca, eso también es el fútbol. Pero a veces, me agota. Hoy, vuelve a escena de forma excepcional, para hablar de emoción y de sentimientos. Pase lo que pase esta noche en la Bombonera d’Orriols, engalanada con sus nuevas luces, con pantallas de caras de aficionados en las gradas, con el ánimo encogido de la mayoría en sus casas, y el silencio en el que los gritos de los futbolistas, los entrenadores, los utilleros toman protagonismo… Pase lo que pase, quiero acordarme de aquel niño de 10 años que secuestrado en aquel trenet, se acercó a aquel campo, a aquel club, a aquel equipo, el Levante, para ahora verse en estas de decir: Ieee tú, mira que si juguem la final de la Copa del Rei!!!! Pues eso, a ver si este Levante moderno, que nada tiene que ver con aquél que yo veía desde aquella ventanilla del trenet pero que no se explicaría sin aquel que yo sentí, puede asaltar La Cartuja de Sevilla y hacer que eso de Soñando Lo Imposible sea, unas semanas más, una oración de culto para todo el levantinismo.

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Miedo granota

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La idiosincrasia del futbolero es así. Quemamos las naves a la que salta. Ya se dijo que el fútbol (el deporte de masas) amansa a las fieras, y no porque las atonte -argumento cultureta- sino porque la euforia y la protesta queman tensión. Por ahí, tal vez se entiende la apocalipsis constante del ánimo a causa del resultado. Pero he de decir, en favor de los más cenizos seguidores granotas, que su miedo tiene coartada: el yunque de la adversidad.

Voy a empezar por lo obvio. Colista y con un partido descorazonador en San Mamés. Ininteligible, difícil de diseccionar. Después de muchos años en la profesión sigo sin descifrar las ‘pájaras’ en el fútbol. En el ciclismo, mi deporte, están claras. En algo has fallado, fundamentalmente alimentación. En el fútbol, deporte colectivo, sólo se me ocurre el efecto contagio. El Levante de San Mamés sólo fue fiable en el tablón de alineaciones. Sobre el césped, un espejismo de otros, una broma pesada que encendió a la afición, y de ahí su enfado.

‘Haters’ y demás

El entrenador es el foco. Directivos, aficionados, prensa… Todos le piden explicaciones. Imaginad que todos los días al salir de tu trabajo o de clase te pidieran explicación de lo que has heho o dicho. Es cierto también que nadie, ni por asomo, tiene la nómina de estos obreros del fútbol. Pero, de ahí al derribo, hay un mundo.

Sigo pensando que el Levante (y muchos equipos) se mueve entre dos tendencias: los defensores del aquí sólo vale ganar, y lo demás es accesorio. Y los que quieren algo más que un resultado. La sociología de la granotera ha cambiado. Ahora conviven los históricos, irreductibles y temerosos de una vuelta a la oscuridad, los nuevos que sólo han vivido la época de solera y éxito del club y los que se han acercado a él por la propuesta futbolera y como club y los que llevan a sus hijos a Bunyol y que, simplemente, como pueden y por fidelidad disfrutan del fútbol de élite en una ciudad decantada hacia la Avenida Suecia. Y todas ellas son legítimas, y complementarias. De ahí que los que ven al Levante como un sentimiento, más allá del fútbol, estén en pie de guerra. Y los que se congratulan de un equipo estético y definido, mantengan el tipo. Todos nos congregamos ante el televisor a ver a nuestro equipo, y a que gane. Y no somos ni más ni menos granotas. Simplemente, diferentes.

El guardiolismo de Paco

Coincido con Felip Bens que la influencia guardolista de Paco López y de muchos de los entrenadores de escuela es casi una religión. Una creencia sin evidencia científica. Nadie dice que jugar bien sea sobar el balón hasta aburrirlo. Sí sobarlo para llegar al éxtasis: el gol. Y hay un punto culminante: la velocidad y la tensión (correr, sí pero con cabeza). Johan Cruyff, el principal ideólogo del estilo, siempre dijo que pase sin velocidad y búsqueda del espacio era poco más o menos que una milonga. Michael Laudrup fue objeto de sus críticas por esa falta de criterio en la elección de la excelencia. Y sí, Pep Guardiola hizo de la posesión su marca, pero sólo triunfó porque contó con la generación privilegiada de tocapelotas excelsos que fueron Xavi e Iniesta, y al mejor jugador del siglo XXI, Leo Messi. Los demás sólo han copiado sin tener la materia prima, incluido el propio Barcelona. Fuera del Barça, Guardiola ganó por el caché acumulado que le llevó a clubes ya con solera, pero se estrelló cuando quiso hacer ciencia de su ideario.

Adaptarte a tu equipo es obligado para todos los equipos del mundo menos para el dominador de la época: el Ajax de Cruyff (jugador), el Milán de Sacchi o Capello, el Barça de Cruyff o Guardiola, el Brasil de Pelé o la Argentina de Maradona. Los demás a picar piedra, a combinar el juego combinativo con el directo, a buscar en su plantilla el equilibrio, de atrás adelante, y de izquierda a derecha.No hay otra. José Manuel Esnal ‘Mané’ me dijo cuando yo empecé en esto del periodismo que lo de los dibujos tácticos era una milonga. Que el entrenador ha de leer los partidos y que ha de saber dónde hacer mal (presionar, tapar lineas de pase, etc) a tu rival para quitarle balón y dónde y qué hacer con él para que tu rival no te neutralice y poder hacerle daño. Tan simple como difícil.

Adornos y andamios

Al Levante de Paco López le sobran adornos y le faltan andamios que sujeten los adornos. El plan B que reclamo desde hace tiempo es una necesidad, desconozco si consentida por la dirección deportiva y propugnada por Paco o al revés. Me gusta el fútbol que propone Paco, y me hace sentirme bien la mayoría de veces que me pongo a ver un partido de su Levante. Y entiendo que, a la mínima, Paco busque su estilo. Pero también el entrenador ha de saber dónde está y cómo es ese club. Lo mismo el aficionado, que pide internacionalidades de jugadores colgados del larguero o autobuses Clemente para cubrir su cuota de no-miedo. En el deporte de élite ganan los atrevidos, los que se arriesgan a salir de la cueva y hacer cosas: sea segar a la figura del equipo contrario, ganarle un esprint a Cristiano Ronaldo con un cuerpo robusto o hacerle un túnel a alguien, robándole la integridad y sonrojando su cara.

Paco ha de pegar un puñetazo en la mesa, primero en su vestuario, y cortar ínfulas a jugadores que se saben elegidos. Y en parte por ahí llegó la debacle de Bilbao. Los internacionales suelen llegar desubicados y no por los viajes, sino por su subidón de ego, sobre todo los novatos. Elegir siempre lleva un riesgo, y me consta (lo sé, no me lo han contado) que Paco desmenuza cada decisión con mimo y con detalle. Pero también sé que en un cuerpo técnico moderno hay muchas voces. Y Paco ha de escuchar la suya, la del tipo del filial que, cuando llegó, leía partidos sin mirar el número. Paco López ha de ser Paco, el de Silla. Y seguro que saldrá de ésta. A su haters, sólo decirles que les entiendo, pero que no estoy de acuerdo. No sólo es un buen tipo, un levantinista convencido que siente el hierro sino un excelente entrenador. Pero sí, como todos, está sujeto a los resultados y a la feroz crítica de los que sostienen ésto: la soberana afición, consumidora de sentimientos y, en este caso, del sentimiento granota, por suerte. Yo me he alegrado de las derrotas de entrenadores que no me gustaban para ver si caían, como casi todos los que hemos mamado el fútbol desde la niñez y nos duele cada derrota. Y entiendo a los que así lo sienten. Pero no es mi caso, ni de lejos. Ni peloteo ni compadreo. Defiendo a Paco porque, en general, tengo una misma manera de ver el fútbol. Sin más.

FOTO PORTADA: @LaLiga.

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Nunca tan poco con tanto

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La clasificación no engaña. Cinco jornadas, cuatro partidos jugados y tres puntos. En una liga tan extraña, podía ser una anécdota, pero no lo es. El deporte profesional se mide por muchos factores, y el calendario es uno de ellos. Cierto que el Levante tiene un partido menos (contra el Atlético, un rival habitualmente incómodo, pero en casa). Pero, a pesar de los habituales haters de Paco López, todo el mundo coincide: nunca con tanto se sacó tan poco. El mejor o uno de los mejores Levante que he visto, el de este inicio de temporada, está lejos de su mejor clasificación. Y ya se sabe, remontar con derrotas es complicado. Tras la debacle final de Mestalla, el equipo estuvo dos semanas sin competir. Tras la derrota con el Madrid, otros diez días más. Está claro que este inicio, nada de lo externo te ayuda. Cada vez que marcaste en Mestalla, te empatan casi de inmediato, el Sevilla te marca en el 92, y el Madrid con un gol de Vinicius a quien, una inexplicable pasividad, le permitió tener la pausa que habitualmente no tiene. Nunca el brasileño fue tan preciso en su disparo.

Campaña, internacional

Sin ese extraordinario inicio, José Campaña no hubiera llegado al hito histórico de una convocatoria con la selección. Curiosamente, el mejor Campaña con el mejor Levante y la peor clasificación. El armazón está hecho, el estilo más elaborado, variedad táctica, gol, seguridad defensiva (excepto el día de Mestalla), una decidida intención de Paco López en guardar parte de su ideario (algunos lo llaman ataques de entrenador) en busca de una eficacia que tuvo su punto máximo en El Sadar. Que el equipo sufre sin balón, cierto. Que con balón es más que un equipo reconocible, también. Que ha mejorado su posicionamiento y presión alta, también. Que poblando el centro del campo, Paco ha optado por un equipo de mayor equilibrio, también. Sin cinco defensas y con cinco centrocampistas, lo que más tiene. Sin Mayoral, con Sergio León out, y con José Morales, Roger Martí y Dani Gómez, jugar con un punta se presenta casi como algo lógico, aunque Paco siempre ha mostrado su preferencia por los dos puntas.

Las sensaciones de Pamplona, las dificultades al Sevilla, el tu-a-tu con el Real Madrid, y los sesenta primeros minutos de Mestalla me satisfacen. Me satisface ese fútbol, muy por encima del resultado. Pero, lógicamente, necesitamos puntos ya. Ojo que el próximo partido es en San Mamés contra el Athletic, un equipo con tu mismo rendimiento pero mucho peores sensaciones. A un partido, todo es posible. Y nadie se acordará de lo bien que lo hicimos. Soy de la opinión que jugar bien es el camino más corto para ganar. Pero la ecuación no siempre sale. Y justo o no justo, hay que impedir que la ansiedad rompa el buen trabajo realizado.

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Campaña… y se acabó

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Las Tacañonas y su Campana… y se acabó marcaron mi infancia con el mítico Un, dos, tres… responda otra vez, el concurso que marcó una época televisiva en los ochenta, coincidiendo con el Mundial y cuando el Levante rivalizaba con el Mestalla, Alzira, Gandía o Villarreal por el dominio de Tercera División. Tiempos que, aunque muchos granotas actuales ni vivieron ni les gusta recordar, existieron… Y son la base de lo que hoy vivimos en la máxima categoría y con exhibiciones como la que el equipo tuvo en Pamplona contra Osasuna (1-3). Y digo exhibición por la calidad de su fútbol, más allá del resultado. El vendaval de juego, liderado por José Campaña despejó dudas desde el principio y maravilló. Es más, se empezó perdiendo, se erró un penalti y el equipo se levantó con fuerza y brilló con éxito en un campo (eso sí, sin público) poco dado a las épicas granotas.

Campaña, líder

Mirad, no soy de los que se dejan llevar por los tópicos. Y menos, cuando hablamos de mercado. Me han contado alguna cosa de todo el asunto José Campaña, que no es nuevo. El club lo renovó para venderlo, intentando hacer un Lerma. Y, para ello, le tuvo que tratar como el jugador franquicia, en espera de una operación ventajosa. El Sevilla era el objetivo. Y no picó, ni el verano pasado, ni éste. Y el sevillano está atrapado en el Levante, y el club felizmente atrapado con el jugador. Pero todo se lleva sin una gran tensión. Sin ofertas, no hay venta ni culpables. Y sin venta, Campaña es el líder económico del vestuario. Hasta ahí, todo normal. Ahora surge el trabajo de sus agentes que, lógicamente, tratan de aprovechar su buena temporada. Y lo ponen en el mercado (todos están en el mercado siempre). Y él se deja tanto querer como querer quedar. Y llega un posible interés del Leeds, como antes fue del Villarreal o del Sevilla, o de ninguno. El mercado es como el órdago del mus, puedes ganar o perderlo todo. Y en el tema Campaña hay un punto de entente: si no sale, hay que pagarle su elevada ficha, pero es tu jugador franquicia (junto a José Morales) y, si se queda, encantados.

José Campaña llegó el año de Muñiz en Segunda. Y ha ido creciendo, como el Levante. Pero lo que hizo en Pamplona el domingo fue, simplemente, descomunal. Jugó e hizo lo que quiso. Movilidad, lo mismo entraba por la derecha, por la izquierda o por el centro. No tuvo que mirar atrás, sino adelante, y derrochó calidad por doquier. Es el mejor Campaña que he visto en el Levante: porque a su talento se le sumó la regularidad. El partido fue lo que él quiso. Y parece (o debería) estar preparado para grandes batallas. Campaña representa ese adn del futbol patrio y que Luis Aragonés bien definió como esos locos bajitos, como forma de superar la superioridad física de selecciones como Alemania, Inglaterra, Italia o Francia, con tus recursos: jugadores de calidad que te permitan tener una rápida circulación de balón. Los centrocampistas, todocampistas bajitos (los Xavi, Iniesta, Cazorla, Cesc, Silva, etc.) , que tanto han dado y que ahora podemos disfrutar (salvando las distancias) con Campaña en este Levante.

La alineación de Paco López -hablaremos sobre Mickaël Malsa en otro momento, pero pedazo de presencia y personalidad la suya- sorprendió, y me incluyo). Y creo que ese once puede marcar tendencia: por una parte, que Paco ya ha adivinado -como hace después de cada inicio de temporada- que el Levante no puede ir a por los partidos a pecho descubierto contra cualquier rival -como le pasó a Unai Emery en el Camp Nou o a él mismo en Mestalla-; y la segunda que, desempolvando el manual de entrenador y como me enseñó mi buen amigo Juan Mercé, en el fútbol moderno, además de la presión alta, siempre hay que contar con una máxima: la defensa se organiza y el ataque se improvisa, y no al revés. Aquello de que los equipos se construyen de atrás adelante, trabajando el sistema defensivo (no sólo la defensa, y mucho menos sólo los centrales). Es ahí donde creo que nace la idea de ese centro del campo. Cerrar atrás y aprovechar tu calidad (con movilidad) arriba.

El Levante puede y debe aspirar a mejorar su prestación en resultados, eso sí, sin perder la realidad que pasa por asegurar la permanencia. Y eso es lo que le pide la gente a Paco López, no lograrlo pero sí tener ambición por conseguirlo. Pero, independientemente del resultado, de la clasificación y del objetivo del sueño europeo, yo me quedo con que el Levante de los cinco magníficos en el centro del campo –Vukcevic, Malsa, Bardhi, Campaña y Melero– Hicieron un partido para relamerse, para recordar, para disfrutar, tanto en ataque como en defensa (bueno, extensible a todo el equipo). Personalmente, el partido del domingo me permitió reencontrarme con el fútbol, el bueno, el que me hace disfrutar, muy lejos de lo que solemos ver actualmente. Esa combinación de estilos (largo, elaborado y a la segunda jugada), para dar brillo al balón cuando lo tienes y disfrutar del ejercicio de una defensa lúcida. Le agradezco a Paco que permita que veamos este fútbol que tan poco habíamos visto por Orriols. Pero también me pongo en los zapatos de los que le exigen que, a veces, sacrifique las ideas para lograr los objetivos. Porque hay muchos granotas para los que la victoria es el juego más exquisito y el orgullo de mirar arriba en la clasificación, el sueño. Y hay que entenderlo.

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Determinación

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La determinación es una de las cualidades, en la vida en general y en el deporte de alto rendimiento en particular, que más cotizan en la actualidad. La determinación de José Campaña. Nunca se esconde, aunque su presencia es a veces desesperante y casi siempre con apariencia de cansina. La determinación, por ejemplo, de Pablo Martínez, que en Mestalla tuvo la osadía de coger el cuero para lanzar a balón parado cuando Bardhi y Campaña estaban out. La de Gonzalo Melero en ese mismo partido: sin titubear, cogió la pelota, asumió la responsabilidad de lanzar el penalti que le dio un punto. Era el último minuto. O gol, o derrota. O la de Aitor Fernández, mostrando confianza tras forzar un penalti en Valladolid que le pudo costar la derrota en Zorrilla.

La capacidad de decisión depende de la confianza, no hay duda. La autoestima también incide en la determinación. Pero, a veces, esa determinación, deja de ser osadía y se convierte en algo parecido a la soberbia. Ojo. Y en el deporte profesional, la linea entre una y otra es muy fina. Más allá de asuntos de vestuario, la determinación es bien acogida, la grandilocuencia del que reclama todos los focos para él, un problema. En el Levante, por lo que sé, no es el caso. Al menos, no a un nivel que desestabilice.

La determinación de grupo

Vamos donde la gente granota ha puesto el foco tras el insulso empate de Valladolid. A veces, es fácil confundir la apatía con el cansancio. De hecho, la apatía puede ser un síntoma del segundo, sin duda. Cuando las piernas no van, todo se hace menos brillante, a un ritmo más bajo. Por eso, la calidad suele refugiar y disimular la debilidad física. Si dependo de mi físico para brillar (hablamos de un lateral, por ejemplo), los partidos de perfil bajo por acumulación, cansancio o escasa motivación, delatan al que se escaquea. En la bici, decimos ‘guardar’, dosificar. Esfuerzo de más que hagas, la carretera te lo hace pagar . En el fútbol al máximo nivel, intuyo que también. Y la acumulación de esfuerzos es el maldecap principal de preparadores físicos y, por extensión, entrenadores. Asimilar la fatiga es la clave del rendimiento, y por ello todos los esfuerzos ilegítimos (doping) han ido a reducir o eliminar la fatiga, ante esfuerzos continuados. O, lo que es lo mismo, facilitar la rápida recuperación.

Determinación y cantera

Determinación también la hay en las apuestas atrevidas. Jorge Valdano apostó por Raúl, Josep Guardiola por Busquets y Javi Calleja por Pau Torres, entre muchos ejemplos. Signo de confianza pero también termómetro y prueba de buen funcionamiento de la Escuela. Paco López, que llegó al primer equipo del filial, ha optado más por un canterano importado (Borja Mayoral) que por cualquiera de los que tuvo o hay en el filial, algunos (dicen) con tan buena pinta como Alex Cantero, más joven, o Joan Monterde, más experto. Sólo son ejemplos. No conozco al detalle la cantera. La conclusión es: o no se apuesta o no funciona. Conozco algo a Paco, y sé que sabe ver el talento y no duda en dar una oportunidad. Dicho esto, sólo me queda pensar: la escuela existe. Pero ni está (gestión) ni se la espera (se tiene fe). Al menos, eso dicen los datos. Cierto que, como decía ayer Jagoba Arrasate, lo de dar ‘una oportunidad’ a la gente joven está bien, pero siempre que se haga con sentido de continuidad. Pero, el problema es cuando no se mira abajo o, si se hace, se mira por mirar.

Querer crear en Natzaret una nueva Ciudad Deportiva está bien. Elaborar, crear y redactar un gran proyecto de escuela y cantera es un obligación para un club como el Levante. Si nos fijamos en el continente y nos olvidamos del contenido, vendemos humo y, además, no hacemos un marketing de calidad. La realidad, hoy y visto lo visto, es que la escuela sirve para rellenar huecos y completar listas. Para mí, esa conclusión es muy triste. Si alguien es capaz de demostrarme lo contrario, estaré encantado de escucharlo y creerlo. Nada de verdades absolutas.

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De nou el futbol, torna el Llevant

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LA GRANOTERA


Menys de 24 hores per a la represa de La Lliga. Al Mestalla, on mai no has guanyat. En una situació inèdita. La capacitat de sorpresa és pròpia de l’època en què ens està tocant viure. Torna el futbol. Se viene La Granotera. Benvinguts.

Als 11minuts, Roger Martí feu l’últim gol del Llevant fins a demà. Va ser a Orriols, contra el Granada (1-1). Era el moltparlat 8 de març, el dia en què tot sembla que va començar a trontollar, amb el coronavirus cirulant amb força pels nostres carrers… Tres mesos després, torna la lliga. I de quina manera. D’un derbi amb sabor i olor a Falles, a un derbi amb Mestalla buit, sense sorolls, ni pòlvora. Un derbi de mascareta o en els sons seran els dels jugadors. Quin canvi. Per cert, que un enorme i farcit de complicitat i potència el cartell el que han elegit els clubs per promocionar la tornada a la competició. Un cartell que es quedarà en la nostra memòria col·lectiva i futbolera per sempre. L’excepcionalitat de la situació, ho mereix. Força.

Un derbi para levantar Valencia
La sensibilitat de Jorge Lawerta, autor del cartell del derbi. Enorme

Sospite que no vorem un gran futbol. Sospite també que ens anem a trobat estranys i rars, sense molta ànima, amb camps buits. Però hi ha ganes. I els futbolistes van a haver de lluitar contra tres elements: els rivals, la seua condició física i l’absència de públic, un element encoratjós que augmenta el seu rendiment, tant si els hi ve de cara com si els rep en contra. Hi ha qui es motiva quan tot el món el xiula. En eixe context, em preocupa la fragilitat mental d’este equip, incapaç de rendir a domicili i que ha demostrat (són dades) que es protegeix amb la seua gent. Més be, s’exigeix més quan juga un casa, com una mena d’exercici de justícia. Ells venen, nosaltres guanyem. Tres partits ha guanyat fora i no n’ha empatat cap, el quint pitjor equip a domicili. I estic d’acord amb algunes opinions que s’han sentit esta temporada: a l’equip li falta una miqueta de caràcter, entés com mala llet. Però, també es de veres que amb els grans ho ha fet be (victòria al Barça o a Anoeta contra la Reial Societat, per eixemple)

Llevant, jutge o víctima

És este argument al qual podem agafar-nos. Perquè el Llevant te pinta que va a ser un dels jutges del campionat. Esperem que siga així, i no víctima, de la lluita per la Champions i Europa. Rep el Sevilla, la Reial Societat, l’Atlètic del Cholo Simeone, i el Getafe de Pepe Bolrdalás en l’última i estiuenca última jornada. A domicili, visita Mestalla. La resta, rivals més directes (Espanyol, Mallorca, Celta i Valladolid). O siga, una oportunitat per fer-se fort d’una volta fora, i tractar d’emprar la seua nova casa de La Nucia per a enlairar-se cap a la tranquil·litat.


«És este argument al qual podem agafar-nos. Perquè el Llevant te pinta que va a ser un dels jutges del campionat. Esperem que siga així, i no víctima, de la lluita per la Champions i Europa»


Ni optimista ni pessimista. Simplement, és una lliga nova, rara, inèdita. Res a vore amb el que hem vist. I este és un dels atractius de la nova lliga de Tebas. Sí que hi ha un element a tindre en compte per al derbi: ni València ni Llevant han defensat be esta temporada. Els dos encaixen i els dos han tingut problemes d’efectius en la defensa. El Llevant recupera Rober Pier. El València tirarà de Mouctar Diakhaby o d’Hugo Guillamón. Sense públic, serà un partit obert. L’ocasió és la de fer història: guanyar el primer derbi a Mestalla i guanar el derbi a porta buida. Quasi res.

Jugar o no jugar…

Es preguntareu si pense que, tal volta, no havia de reprendre’s amb esta situació de pandèmia. Jo, en general, sí hi sóc partidari. La desescalada no respon a criteris exclussivament sanitaris (sí ho serien, en situació de colapse sanitari o contagi massiu), sinó globals. El futbol, més enllà de l’esport, el sentiment dels aficionats, tot el que l’envolta, és sinònim de normalitat. Per això, tot este rebombori a Europa. L’equipare al Tour de França, que es disputarà i no així la Ligue 1. Es busca el colp anìmic de normalitat en la població.

Molt del que es diu o es fa, a hores d’ara, respon a criteris més educacionals que sanitaris. En tot cas, es podria haver tancat la lliga, haver donat temps per a la pròxima i arreglar el pati. Però, problablement, el mal econòmic per alguns haguera sigut irreparable. Similar a la restauració. No és recomanable obrir (per contagis). Però o obris amb messures o tanques per a sempre. I és difícil A priori, sembla que l’impacte sobre la pandèmia no és molt important (la Bundesliga n’és un exemple). El necessari equil·libri entre economia i salut juga en favor dels clubs.


TORNA LA GRANOTERA

Imatge web del Levante UD

La Granotera torna, ara des del meu nou blog De Perfil, i vos he de dir que intentaré parlar de temes d’interés granota , però sobre tot, intentaré fer eixes cròniques dels partits, una visió personal amb un talant crític però constructiu. Unes cròniques de La Granotera que vaig començar a escriure en el meu benvolgut Official Press. Amb la llibertat d’utilitzar tant el valencià com el castellà, sense cap intenció més enllà d’expressar-me en totes dues d’una manera habitual. Espere que siga un punt més de debat per als granota, i espere també que prompte podem gaudir d’un any menys del nostre Llevant en primera.

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